viernes, 9 de julio de 2010

ANDRÉS Y ALEJANDRA

Apareció en nuestras vidas la tarde del pasado sábado 3 de julio; 14: 13 horas; tres kilos con novecientos diez gramos; 53 centímetros de largo; y una cauda de luz que arrebató lágrimas de felicidad a su madre, e iluminó mi diminuta conciencia con esta hermosa y contundente lección que me ha dado el universo. Y sí, cambia la vida... corrijo: despertamos a ella. Algo en lo profundo nos transforma, algo molecular, intangible acaso, un maravilloso estado de alerta que no cambia nunca, jamás. Bienvenido Andrés, al fin estás en nuestros brazos.